A propósito de antepasados y de pedigrís. Perdónenme que empiece hablando de mí mismo.
Cuando empezó el siglo XX, tenía como antepasados 8 bisabuelos; todos sin descendencia, tal y como he empezado yo el siglo XXI. Cada uno de ellos contaría con sus correspondientes 8 bisabuelos como mínimo a comienzos del XIX. De modo que si retrocedemos cinco siglos contaría con 8 elevado a la quinta potencia de antepasados: la nada desdeñable cifra de 32.768 familiares, cada uno de su padre y de su madre (por aquel entonces se estilarían mozárabes, judíos, judíos conversos, cristianos viejos, cristianos recién, campesinos, siervos, pastores, artesanos...)
(vale que no hemos considerado la endogamia, pero hemos supuesto que sólo se suceden 4 generaciones en 100 años, una cosa compensa la otra)
Como comprenderán no me voy a hacer responsable de tal cantidad de gente; ni me puedo considerar heredero de un linaje exclusivo; por lo tanto me temo que de lo que me suceda soy el único responsable.
Una cosa nos enseña la naturaleza: las estirpes mestizas ganan, el albino pierde. Igualmente suena surrealista escuchar a alguien decir que viene de los celtas o de los íberos, parece que para que una civilización sea bien considerada, lo mejor es que no deje nada escrito, así la imaginación llena los huecos, que serán muchos.
Alejandro Lorca Ruiz
Asociación Achalay España
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