Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada (E. Galeano).
Ser buena persona es difícil, y lo es tanto en un proyecto en medio de un conflicto olvidado en Asia como en la sociedad en la que vivimos.
Cumplir en nuestro trabajo, responder día a día con nuestras obligaciones, ser generoso, amigo de nuestros amigos, mantener una familia o dar una educación y unos valores a nuestros hijos, son proyectos de vida tan importantes como la labor que realiza el cooperante de una ONG en un país asolado por una guerra.
Nuestros "nadies", tienen nombre, no forman parte de grandes historias, pero constituyen la de cada uno de nosotros. Resultan personas dignas, coherentes, luchadoras, gente - nadies, ningunos, todos - que en sus pequeños ámbitos tratan de salir adelante con sus pequeñas victorias y hazañas cotidianas.
Si aprendiéramos a observar nuestra realidad más cercana nos daríamos cuenta que allí donde muchos no miran se encuentran este tipo de personas. A lo mejor una gran mayoría no percibamos la voluntad y el empeño diario de muchas personas anónimas. Quizás nadie admire la labor de las persones comunes, sus historias y sus testimonios. Pero día a día, personas como el panadero de nuestro barrio se están ganando la admiración y el respeto de los más cercanos, de sus seres queridos, aquellos a los que intenta servir de ejemplo durante toda una vida.
Francisco Lorca Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario