
Querido Socio, Querido Amigo
Vienen estas líneas en formato de editorial para un Blog al que llamamos “algomaravilloso”, el Blog de Achalay. Quieren ser, sin embargo, una llamada, una reflexión, una forma de hablarte en primera persona.
No suenan por eso en clave de reflexión. Pretenden ser testimonio directo de lo que podemos testimoniar sin mayor pretensión que la de compartir, con cada uno de vosotros, lo que sabemos. Lo que sabemos por que vivimos, por que compartimos desde Achalay como realidad que queremos transformar con toda humildad y con toda energía.
La Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2011, nos puso delante de los ojos una realidad que en sí misma transforma nuestro mundo, el mundo en el que vivimos. Valores o tendencias nos hacen recordar a todos que cada uno de nosotros ya conocemos a alguien que vive en primera persona el drama del desempleo. El dolor de ser madre o padre de familia y no poder salir de casa cada mañana para traer lo necesario, no más que lo necesario, para que nuestros hijos puedan vivir.
El ya Beato de la Iglesia Católica, Juan Pablo Segundo, nos decía, a creyentes y no creyentes, que “Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aun más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”
Los expertos en el ámbito de lo social sostienen, prueban y demuestran que el mayor factor desencadenante de la exclusión social, es el paro, el desempleo. El itinerario es sencillo de trazar y dramático de imaginar. Lo normal es que el desempleo prolongado genere una frustración importante, con ella una total falta de aceptación personal y la merma del necesario autoconcepto que nos motiva para seguir adelante.
La pérdida de la confianza, y con ella de la esperanza, condiciona nuestra capacidad de relación con los demás, empezando por los más próximos, por los nuestros, por nuestras propias familias.
El embrión de la exclusión social comienza por no poder estar en donde estaba o como estaba. Comienza por no poder ser quien era en donde lo era. El peso de la responsabilidad familiar se hace insostenible y es fácil que proliferen las diferencias, las dificultades y las situaciones de conflicto sostenido. La falta acuciante de medios, de respuesta a los seres queridos, de indefensión ante un mundo que zarandea a la persona, empiezan a entretejer fórmulas de evasión que terminan por destruir a la persona y a su unidad familiar.
Esta secuencia no es una exageración. Cualquiera de nosotros podría jugar a imaginarla y sería capaz de hacerla en su formato, con el mismo desenlace probablemente.
Solamente el concepto latino de la Familia que arraiga y se vive en España y en Latinoamérica es capaz de soportar, como red de seguridad, la caída de aquellos individuos que tienen la fortuna de tenerla, de vivirla.
Achalay quiere ser Familia y pelear por la Familia. Su compromiso es absoluto en la medida de sus posibilidades y destinará hasta el último de sus recursos y su imaginación en apuntalar situaciones de emergencia tanto en Madrid, en el centro de San Blas, como en terceros países con niveles de necesidad incluso superiores.
Trabajar con los niños y educarlos, invertir en sus padres, favorecer su acceso al trabajo, acompañar a la familia ofreciéndole soluciones parcialmente asistenciales y completamente orientadas a la prevención de la exclusión, son las propuestas de nuestra asociación. Son las palancas que tenemos para mover este mundo y cambiarlo de posición.
De tu mano. Solamente de tu mano. De tu estado de alerta, de tu nivel de compromiso. De lo que seas capaz de imaginar o proponer. De las oportunidades que vislumbres por extraordinarias que te parezcan, de ese paso al frente que puedas dar en nuestro nombre. De la oportunidad de conseguir que otras personas nos ayuden. De participar en foros y reuniones y hablar de Achalay, de jugártela por nosotros, por ti y por ellos, y de pedir ayuda en nuestro nombre. De todo eso, y solamente de eso, dependemos.
Gracias a ti movemos recursos y hacemos milagros con nombres de niño y apellidos de familia que aún aguanta. Gracias a ti nos movemos, estamos vivos, creemos en nosotros y seguimos adelante.
Por eso, ésto, no es un editorial, no puede serlo. Si el enemigo fuera otro, esto sería una arenga, pero como es el que es, esto es un reclamo, es un grito de necesaria esperanza por compartir, es y quiere ser un movimiento sincero a tu conciencia.
Si ya estás con nosotros, y con todo, por favor no aflojes ahora. Si todavía puedes algo más, dalo, no te lo guardes.
Puede que comulgues o no con Juan Pablo Segundo, como quizás te suceda, o no, con otros muchos referentes sociales que en el mundo han sido, de un color o de otro. La Idea del Bien es mayor y más grande que todos ellos, seguro, Y en ella te pido que pienses, por que para ella se escribieron estas líneas.
“Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aun más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”
Ramón Pinna Prieto
Asociación Achalay España
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