viernes, 15 de marzo de 2013

Fortalecer la Esperanza

“Cerca, Rosario siempre estuvo cerca”, canta Fito Páez en un tema dedicado a otro rosarino, y es cierto, Rosario, segunda ciudad argentina, siempre estuvo para mí más cerca de lo que podía imaginar, pero no lo descubrí sino hace dos años, un amigo de allá, el Fer, habla de cercanas lejanías, paseando por las calles de Rosario, hablando con su gentes, sé que estar allá es sentirme en casa, aunque me encuentre a miles de kilómetros del lugar donde nací...

Aparecí en Rosario en septiembre de 2002, tras la crisis, y nunca había estado en la Argentina, la presentía, la imaginaba, la soñaba, la leía, la veía, pero no sabía lo que era realmente, las perspectivas no eran buenas, un país hundido en la crisis, con problemas sociales, políticos y económicos que parecían estructurales más que coyunturales, y a trabajar en un centro de día para chicos de la calle como voluntaria, muchas ganas, pero total desconocimiento de la situación...


Y regresé a casa del Fer, y digo regresé porque me parecía que ya había estado allá, y lo que encontré fue una ciudad hermosa, que me recibió con los brazos abiertos, y grandes personas, mis amigos y amigas, que me ayudaron y compartieron conmigo sus conocimientos...y sus sentimientos ...en Rosario también encontré dolor, pero imagino que eso es lo que hace que una ame un lugar, el saber que ese es un lugar en el que se ha vivido, no en el que simplemente se ha estado de paso, y vivir significa trabajar, amar, sufrir, disfrutar, reír, llorar, compartir, descansar, aprender....

Rosario es, como dice una querida amiga, la ciudad del río marrón, el Paraná, el gran río cuya orilla contraria ni siquiera se puede divisar desde lo alto del Monumento a la Bandera, Rosario es la ciudad del mosquito rosarino, el que te pica y ya no te deja nunca más estar tranquila, te hace regresar una y otra vez allá, Rosario es la ciudad de la Estación Fluvial y de los clubes de pesca, para tomarse una cerveza y cenar con vistas al río, Rosario es la ciudad de dos de los clubes más grandes de la Argentina, el Rosario Central y el Newell´s Old Boys, y digo grandes porque sus canchas se llaman “El gigante de Arroyito” y “El coloso del parque”, para que quede claro que son muy, muy, grandes, Rosario es, como no, la ciudad en la que nació el Ché, ese “guerrillero loco que mataron en Bolivia”....Rosario es todo esto, y mucho más, porque también es una ciudad de grandes contrates sociales, es una ciudad en la que la crisis golpeó muy duramente, cierre de factorías, de comercios, del puerto, niños y niñas en la calle, pequeños héroes de la miseria reinante, fuerte crecimiento de las villas que rodean la ciudad,...abandono, suciedad, y ,sin embargo, frente a ello un gran movimiento social que trabaja por y para los excluidos, Holderlin dijo “allá donde crece el peligro crece también la salvación”, y es cierto, emprendimientos como CHICOS, el centro de día para chicos y chicas de la calle al que fui a trabajar, y muchos otros...

De Rosario tengo muchos recuerdos, más que recuerdos son vivencias, me acompañan día a día y forman parte de mi presente, no de mi pasado, en parte han hecho lo que soy, y han determinado lo que quiero, la primera tarde que pasé allá me encontré con un chico, él me contó una historia sobre un niño que paseaba por la playa devolviendo al agua las estrellitas de mar que la marea baja había dejado en la arena, estando en esas un hombre reclamó su atención y le preguntó que hacía, el chiquito respondió que devolver las estrellas a su lugar, para que no muriesen, y el hombre se rió, fuerte, duro, y le dijo que si no se daba cuenta que la playa era inmensa y los kilómetros de costa más, y que cuando él estuviese en un sitio el mar iba a depositar nuevas estrellas en la arena, y que su labor era inútil y no merecía la pena...el niño le miró y le mostró la estrella que tenía en las manos, la devolvió al mar y le contestó: a ésta si le merece la pena... “una gota de agua no hace un océano, pero ayuda a formarlo”, en Rosario aprendí lo que ya antes había intuido pero no me atrevía siquiera a expresar, el aprendizaje no fue fácil, ni ha terminado, por supuesto, pero ha merecido la pena....por eso regresar, por tercera vez, a Rosario significa fortalecer mis esperanzas, fortalecer mis creencias, fortalecer mis sentimientos hacia una ciudad y unas gentes que me enseñaron la diferencia entre tener y vivir, y elegí vivir....

Yolanda Rodríguez Villegas

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