“Cerca, Rosario siempre estuvo cerca”, canta Fito Páez en
un tema dedicado a otro rosarino, y es cierto, Rosario, segunda ciudad
argentina, siempre estuvo para mí más cerca de lo que podía imaginar, pero no lo
descubrí sino hace dos años, un amigo de allá, el Fer, habla de cercanas
lejanías, paseando por las calles de Rosario, hablando con su gentes, sé que
estar allá es sentirme en casa, aunque me encuentre a miles de kilómetros del
lugar donde nací...
Aparecí en Rosario en septiembre de 2002, tras la crisis, y
nunca había estado en la Argentina, la presentía, la imaginaba, la soñaba, la
leía, la veía, pero no sabía lo que era realmente, las perspectivas no eran
buenas, un país hundido en la crisis, con problemas sociales, políticos y
económicos que parecían estructurales más que coyunturales, y a trabajar en un
centro de día para chicos de la calle como voluntaria, muchas ganas, pero total
desconocimiento de la situación...
Y regresé a casa del Fer, y digo regresé porque me parecía
que ya había estado allá, y lo que encontré fue una ciudad hermosa, que me
recibió con los brazos abiertos, y grandes personas, mis amigos y amigas, que me
ayudaron y compartieron conmigo sus conocimientos...y sus sentimientos ...en
Rosario también encontré dolor, pero imagino que eso es lo que hace que una ame
un lugar, el saber que ese es un lugar en el que se ha vivido, no en el que
simplemente se ha estado de paso, y vivir significa trabajar, amar, sufrir,
disfrutar, reír, llorar, compartir, descansar, aprender....
Rosario es, como dice una querida amiga, la ciudad del río marrón, el Paraná,
el gran río cuya orilla contraria ni siquiera se puede divisar desde lo alto del
Monumento a la Bandera, Rosario es la ciudad del mosquito rosarino, el que te
pica y ya no te deja nunca más estar tranquila, te hace regresar una y otra vez
allá, Rosario es la ciudad de la Estación Fluvial y de los clubes de pesca, para
tomarse una cerveza y cenar con vistas al río, Rosario es la ciudad de dos de
los clubes más grandes de la Argentina, el Rosario Central y el Newell´s Old
Boys, y digo grandes porque sus canchas se llaman “El gigante de Arroyito” y “El
coloso del parque”, para que quede claro que son muy, muy, grandes, Rosario es,
como no, la ciudad en la que nació el Ché, ese “guerrillero loco que mataron en
Bolivia”....Rosario es todo esto, y mucho más, porque también es una ciudad de
grandes contrates sociales, es una ciudad en la que la crisis golpeó muy
duramente, cierre de factorías, de comercios, del puerto, niños y niñas en la
calle, pequeños héroes de la miseria reinante, fuerte crecimiento de las villas
que rodean la ciudad,...abandono, suciedad, y ,sin embargo, frente a ello un
gran movimiento social que trabaja por y para los excluidos, Holderlin dijo
“allá donde crece el peligro crece también la salvación”, y es cierto,
emprendimientos como CHICOS, el centro de día para chicos y chicas de la calle
al que fui a trabajar, y muchos otros...
De Rosario tengo muchos recuerdos, más que recuerdos son vivencias, me
acompañan día a día y forman parte de mi presente, no de mi pasado, en parte han
hecho lo que soy, y han determinado lo que quiero, la primera tarde que pasé
allá me encontré con un chico, él me contó una historia sobre un niño que
paseaba por la playa devolviendo al agua las estrellitas de mar que la marea
baja había dejado en la arena, estando en esas un hombre reclamó su atención y
le preguntó que hacía, el chiquito respondió que devolver las estrellas a su
lugar, para que no muriesen, y el hombre se rió, fuerte, duro, y le dijo que si
no se daba cuenta que la playa era inmensa y los kilómetros de costa más, y que
cuando él estuviese en un sitio el mar iba a depositar nuevas estrellas en la
arena, y que su labor era inútil y no merecía la pena...el niño le miró y le
mostró la estrella que tenía en las manos, la devolvió al mar y le contestó: a
ésta si le merece la pena... “una gota de agua no hace un océano, pero ayuda a
formarlo”, en Rosario aprendí lo que ya antes había intuido pero no me atrevía
siquiera a expresar, el aprendizaje no fue fácil, ni ha terminado, por supuesto,
pero ha merecido la pena....por eso regresar, por tercera vez, a Rosario
significa fortalecer mis esperanzas, fortalecer mis creencias, fortalecer mis
sentimientos hacia una ciudad y unas gentes que me enseñaron la diferencia entre
tener y vivir, y elegí vivir....
Yolanda Rodríguez Villegas
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